MANIFIESTO "SI, A LA PYME"
Hace más de ocho años que estamos en crisis. Una crisis que ha afectado gravemente a nuestro tejido productivo. En especial y de forma más intensa a las pymes y los autónomos, que han sido siempre la base de nuestra economía.
La crisis ha impactado sobre la estructura económica aragonesa y española, agravando el fenómeno de la desindustrialización, perceptible ya desde finales de los noventa. La aportación de la industria al valor añadido aragonés ha descendido alarmantemente. Todo ello constituye un precio demasiado alto para nuestro tejido empresarial y sus trabajadores. El año en que empezó la crisis, las pymes generaban el 64% del valor añadido de los sectores de mercado. A día de hoy, esta cifra ha caído al 55 %. La pérdida de peso frente a la gran empresa es evidente y también frente al sector público. Podemos afirmar que el segmento de la economía que más ha sufrido y está sufriendo la crisis es sin duda el de las pymes y los autónomos. Curiosamente, sin embargo, tanto políticos como analistas parecen coincidir en que la salida de la crisis vendrá de la mano de las pymes y las nuevas empresas, que permitirán crear nuevos puestos de trabajo y regenerar el tejido productivo del país. Sin embargo, las palabras van por un lado y los hechos por otro. Se hacen promesas de apoyo que casi nunca llegan a buen puerto y justamente las medidas tomadas en los últimos tiempos van en la dirección opuesta. La falta de sensibilidad por parte del sistema hacia las pymes y los autónomos es notoria. La mayor parte de la legislación, se hace por y para la gran empresa. La reforma laboral, la escandalosa diferencia de trato fiscal entre las empresas del IBEX35 y las pymes, el incumplimiento de plazos de pago a proveedores por la gran empresa, son claros ejemplos. Se ha quebrado de forma flagrante el contrato social entre los pequeños empresarios, que son la mayoría del tejido productivo, y los gobernantes, que se han mostrado más sensibles a los grandes lobbies y a las élites que a los intereses de esa mayoría silenciosa.
No podemos permitir que ser empresario se haya convertido en una rareza o en un milagro en nuestro país, y que nuestros jóvenes elijan antes el camino del exilio que crear aquí su empresa. Es el momento de reivindicar el lugar que les corresponde y la atención que merecen el tendero que levanta cada día la persiana, el autónomo que por la mañana enciende las luces de su taller, el empresario que hace una factura en domingo o el profesional que se pasa la noche terminando un encargo.
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. 2 Dic 2015
